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Seamos las exparejas que quisieramos tener

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De la manzana al falo de la discordia o de cómo leer colectivamente nos ha empujado a cuestionarnos sobre temas que a todas incomodan pero pocas se atreven a abordar.

Estamos leyendo colectivamente «Mujeres que ya no sufren por amor« de la autora feminista española Coral Herrera Gómez. Es nuestra 5ta lectura colectiva, y en el año y varios meses que tenemos de haber dado a luz este experimento maravilloso que hoy suma a más de 250 mujeres en 20 países distintos, vale decir que es sorprendente lo compenetradas que estamos todas con este libro…vamos avanzando muy rápido.

Los fines de semana están reservados en el grupo para compartir las impresiones de lo que leímos en la semana, y son muchas las historias que se cuelan: historias comunes, con las que todas nos identificamos.

De allí me atrevo a afirmar que pocas cosas nos unen tanto a las mujeres como el daño que nos hace la visión del «amor romántico» patriarcal, en el que fuimos educadas.

Coral escribe y nosotras sentimos que nos leemos, porque de lo que habla, es algo que todas hemos vivido.

Al comienzo de su libro la autora nos dice «Disfrutar del amor es un arte que requiere de mucho entrenamiento. Para poder vivirlo con alegría y placer necesitamos herramientas que nos permitan querernos bien, cuidar y alimentar nuestra relación el tiempo que dure, y cerrar la historia con el mismo amor con el que la empezamos.».

Más adelante aterriza en el proceso de separación y sobre el dice: «Separarse con amor es un arte que requiere muchas habilidades sociales y mucho entrenamiento.(…) No todo el mundo sabe cerrar bien las etapas, no todo el mundo siente ilusión por vivir el presente y caminar hacia el futuro, pero es precisamente esta capacidad para ilusionarse lo que más nos ayuda a dejar de sufrir y a florecer de nuevo.»

El primer aniversario de Mujeres que leen juntas, hicimos un encuentro muy hermoso en Caracas en la sede del Centro Cultural La Estafeta, y en la misma onda de abordar el amor romántico lo titulamos «De la manzana al falo de la discordia».

El titulo surgió de las conversas en la cocina una tarde cualquiera de merienda con mi amiga (y co-fundadora de Mujeres que Leen Juntas) Yekuana Rodríguez (@_yekuana) al reflexionar sobre la competencia entre mujeres, pero sobre todo a las enemistades gratuitas que nos regala el patriarcado desde la mirada del amor que nos enseñan desde pequeñas, cuando nos siembran la visión de que todas las mujeres que pasan por la vida de un hombre tienen que ser enemigas entre sí, o rivales naturales y automáticas.

El papel más terrorífico y satanizado es el de ser “Ex”.

Y es un tema que vuelve a aparecer al leer a Coral, porque sí, el falo (o la vulva) de la discordia también son producto de la visión patriarcal de las relaciones, y está íntimamente ligado a lo que ella nos dice cuando habla de las separaciones.

Nosotras agregamos a la problematización, la necesidad de reflexionar cómo nos relacionamos luego, con ese pasado propio y sobretodo con el ajeno cuando volvemos a relacionarnos afectivamente con otres.

Y sí, este tema nos toca a todes. Cuando se acumula cierto average en el camino del amor, todes terminamos siendo Exs de alguien y nos volvemos a enamorar de alguien con Exs.

Y a medida que somos más grandes en edad, eses Exs muchas veces también son padres y madres de los hijos de los miembros de la nueva pareja.

Aterrizo: a manera y experiencia absolutamente personal mi amiga (@_yekuana) y yo reflexionábamos sobre el valor de las potenciales relaciones constructivas que dejábamos de vivir con otras personas que consideramos valiosas sólo por el hecho de ser nosotras o ellas, Exs comunes de un mismo falo de la discordia, algo por demás útil al patriarcado para el cual somos mejores distraídas de lo importante, en la peleita terrestre de la competencia, tristes y divididas.

¿Que si hay Matices?, ¡muchos por supuesto!, pero ninguno que nos beneficie. ¿Cómo superarlo? No tenemos la respuesta definitiva, simplemente nos atrevimos a polemizar, a abrir el debate, necesario.

 Entre todas queda irla construyendo, pero sabemos que la que sea, va de la mano de un cambio de visión sobre las relaciones humanas, las afectivas, y en el feminismo hallamos claves valiosas. 

No se trata de borrar o cambiar el pasado de nadie (esfuerzo inútil y fútil para quien se lo proponga), se trata mas bien de valorar (y modificar si corresponde) nuestra mirada y nuestra interpretación sobre el mismo.

Mi reflexión final va desde 3 lugares:

  • 1. Como mujer que se asume feminista en formación, aprendíz permanente, comprometida con mi género, considero que la tarea parte de reconocer que lo que tenemos en común son cuestiones mucho mas poderosas y de largo alcance que una historia romántica con el final que haya tenido, y que sea cual sea, ya acontecida, corresponde sanar, superar, y trascender, individualmente, por la paz propia, porque si algo es real y es vigente es que lo personal sí es político como afirma Coral Herrera, y juntas todas, somos más fuertes. Abogo por el respeto en las diferencias y la unión en lo común.
  • 2. Como Ex, siento que el trabajo está en aprender justamente a «cerrar las historias con el mismo amor que las comenzamos», en paz, sin cuentas por cobrar, agradeciéndole a quienes han pasado por nuestra vida todo lo aprendido, y siendo capaces de seguir y avanzar una misma, deseándoles la misma felicidad y plenitud que aspiramos para nosotras. La consigna que propongo sería algo así como “seamos las Exs que quisiéramos tener”.
  • 3. Finalmente, hacia las Exs de nuestros compañeros: si partimos de que tenemos las relaciones que nos permitimos y creemos que merecemos, nos corresponde mirar el pasado (inmodificable y que todos tenemos) de los demás desde el respeto a una historia que no nos pertenece, y que ha sido importante en la vida y la formación de los hombres que en el momento nosotras decidimos amar y nos aman. 

Entender que en el presente todes somos la suma de los seres que nos han habitado, ayuda a mirar con respeto, aprecio y agradecimiento a quienes han pasado por la vida de los seres que disfrutamos.

Tal vez muy hippie para algunos, realista, humano, objetivo para mi. Estoy segura que otras formas de relacionarse más sanas, son posibles y tenemos derecho a vivirlas.

En par sin duda es tarea de dos, sin embargo nosotras como mujeres y feministas, bien podemos comprometernos con la parte que nos toca, tan simple como aplicar la regla de oro de la ética: desde la consciencia, demos el trato que nos gustaría recibir.

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