
La pandemia de la productividad.
28 de marzo de 2020
Bill Gates nos advirtió hace cinco años, en una charla de TED, que la mayor catástrofe mundial ya no se ve como un ataque nuclear, nuestro mayor problema en la actualidad se ve como un virus. Si algo va a causar la muerte de millones de personas, probablemente será un virus muy infeccioso. La falta de preparación para las epidemias podría hacer que la próxima sea mucho más devastadora que la del ébola.
Debo confesar que como latinoamericana siempre he tenido estos pensamientos ridículos de: aquí nunca pasará nada porque suficiente tenemos con nuestros gobiernos nefastos, con el tercermundismo; esos escenarios apocalípticos de las películas puede que se hagan realidad, pero en geografías lejanas.
El 1 de diciembre de 2019 se identificó por primera vez el coronavirus (COVID-19) en la ciudad de Wuhan, China. Ya para el 11 de marzo de 2020 la OMS la reconoció como una pandemia. Mis esfuerzos por mantener alejadas las pandemias con mi pesimismo latinoamericano no funcionaron, muy pronto comenzaron a aparecer los primeros casos de COVID-19 en la región. Eran pocos comparados con el resto del mundo y eso me tranquilizaba.
El 18 de marzo Chile entra en la Etapa 4 del virus. El gobierno decide cerrar todas las fronteras terrestres, marítimas y aéreas. Nuestras vidas comenzaron a cambiar progresivamente cuando se suspendieron las actividades escolares, se anunció el cierre de todos los centros comerciales y algunos dejamos de trabajar mientras que otros trabajan ahora desde casa. El 27 de marzo –y pese a los que se oponían– inicia la cuarentena total en varias comunas de la Región Metropolitana. Dejé de estar tranquila.
Antes de entrar en la Etapa 4 ya estaba al tanto de cómo vive el mundo en cuarentena. Videos de los balcones de Italia o España, influencers de lifestyle, fitness y nutrición dándonos recetas y rutinas de ejercicios para sobrevivir a estos días, playlists colaborativas en Spotify para escuchar en casa, cursos gratis online para aprovechar el tiempo libre, y sobre todo muchos memes para reírnos de nuestras desgracias. La intención es simple: “Quédate en casa”.
Bajo esta idea quise preguntar a varios amigos regados por el mundo cómo están llevando sus vidas. Muchas de mis amigas que no están trabajando se dedicaron a la limpieza profunda y a la organización de espacios, hacer ejercicios, cocinar y dormir. Coincidimos en actividades como ver series y películas, hablar más seguido con amigos y familiares; compartir.
Mis amigos lo están manejando con bastante calma, algunos extrañan sus rutinas simples, la oficina y los espacios donde puedan estar solos. Uno odia el teletrabajo y otro maneja la ansiedad fumando más de la cuenta. Hablamos sobre los posibles escenarios económicos y sociales luego de la pandemia, la verdad es muy difícil ser optimistas. Todos tratamos de mantenernos alejados de las noticias. Cada quien a su manera busca mantener la cordura el mayor tiempo posible. Ya algunos tuvimos el primer colapso emocional y comenzamos a interactuar con nuestra fragilidad. Les conté que tenía una sensación de malestar con todo esto, parece que hay mucha presión para llevar la cuarentena perfecta, casi casi como una competencia. No nos dejaron entender lo que pasaba cuando ya las redes sociales nos estaban llenando de consejos. Es abrumador.
- La pandemia de la productividad. - 28 de marzo de 2020