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Cuando las mujeres se encuentran

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Por siglos los científicos interpretaron las diferencias entre el cerebro del hombre y la mujer de manera somera y desventajosa, utilizando como parámetro de diferencia la estructura cerebral, siendo el peso de cerebro del hombre mayor que de la mujer por algunos gramos.

El cerebro de la mujer ha sido mal interpretado, por haber creído que estaba menos capacitado para ciertas áreas.  Si bien estas interpretaciones son anacrónicas y estas aseveraciones han sido derribadas como torres de naipes por cientos de estudios de la neurociencia y otras ramas científicas en la actualidad, no es mentira que fue un parámetro dominante en la construcción de una sociedad erigida sobre lo masculino.

Me asumo distanciada de ser victima de estas malas interpretaciones, las retomo como punto de referencia histórica para ir más allá de ellas y compartir las características esenciales que nos hacen sentir y vivir como mujeres (en el amplio espectro de la palabra).

Lo cierto, es que el cerebro femenino está muy configurado por una realidad hormonal específica, el ciclo menstrual está presente y es determinante en esta particularidad, ya que este contribuye con los cambios neurológicos que influyen en las emociones, que a su vez determinan las formas de pensar, actuar y sentir de las mujeres. 

EL Cerebro Femenino

La doctora. Louann Brizendine en su libro El Cerebro femenino explica que “Los circuitos de relación social y verbal, son por naturaleza, más vigorosos en el cerebro típico femenino que en el masculino”. Esta información es clave al momento de comprender por qué las mujeres necesitan juntarse y sostener vínculos afectivos estrecho y frecuentes, como señala Brizendine en el mismo libro; “Muchas mujeres encuentran alivio biológico en compañía de otra; el lenguaje es el pegamento que conecta a las mujeres entre si, y proporciona tanto placer como un orgasmo”, en estos encuentro el cerebro femenino se ve inundado de sustancias neuroquímicas como la dopamina y la oxitocina que proporcionan placer, conexiones afectivas profundas, estimulan el lenguaje, activan la comunicación y nos motivan al encuentro.

Por ello cuando las mujeres se juntan, desde esa sostenida naturaleza vital femenina que nos habita, las luces se encienden, se nos abren las ventanas del cuerpo y las puertas de las voces interiores para hablarle al infinito otro que somos, corren las aguas y florecen las hijas e hijos del alma. 

La mujer Creadora

Las mujeres somos biológica e instintivamente creadoras y cuando nos encontramos alineadas con nuestra esencia, es inevitable la expansión, cuando todas nuestras potencias se juntan y el poder creador es usado adecuadamente se multiplica en algo físico, energético y de reconocimiento ancestral, universal.

Si bien, vivimos en mundos modernos y urbanos, habitamos cuerpos para vivir en la Naturaleza Salvaje, cuerpos instintivos que hasta las mujeres más presas de las estructuras, adormecidas por los condicionamientos sociales, experimentan en algún momento, el llamado al encuentro vital, esas voces que siempre estuvieron presentes pero tapadas por la pila de información, el “deber ser”, el éxito concebido desde la mirada masculina, la ansiedad o el ritmo incesante de la urbe y la vida moderna.

Dentro de toda mujer hay anhelo de realización creativa, la fuerza poderosa de lo instintivo, el reconocimiento de las amalgamas primitivas, la irruptora fuerza sexual, volcán de lo vital y la explosión del alma se presentan en cada una con frecuencias distintas.

Se nos hace trascendental el encuentro para escucharnos por largas horas, arrullar a las abatidas, ser sostenida por los hilos amorosos de las unas por las otras, podemos pasar horas conversando hasta despedir la noche, incubar los sueños, reconstruir historias y memorias, reconocernos en igualdad y divergencia.

Si estamos alineadas y emocionalmente fortalecidas, las mujeres somos un volcán en erupción cuya lava que en vez de quemar, puede poblar campos devastados, detener guerras, fertilizar la tierra más herida y curar el alma.

Cuando las mujeres nos juntamos, la convocatoria es con lo ancestral para rodear el fuego que sea, alaban, cocinar, engendramos hijos creativos que revolucionan el mundo.

Esta tierra nuestra que desde hace tanto nos viene largando el grito de auxilio, el rescate ecológico, el reordenamiento mundial, la comprensión más allá de lo aparente, el engranaje de todas las piezas, la entrega amorosa, la autenticidad, la mano sanadora para la continuidad, la mística, la ronda entrelazada de manos, mente y corazón para girar la rueda en otra dirección y con más sentido.

Cuando las mujeres nos juntamos, nos reconocemos en todos los tiempos, hacemos redes como esta, nos entreayudamos y nos volvemos así, mujeres sin límites para crecer, mujeres sin edad. 

Bia Romero
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